domingo, febrero 17

for those


Yo pasaba los días por los mentideros de Zaragoza, y recordarás cómo entonces te escribí que en unos años volveríamos a hablar de estas cosas, lo cual te había hecho reír cuando lo leíste, como me solías repetir con tanta gracia. No sé si todavía visualizarás la carta. En mi caso creo que todas las cosas que han tenido lugar desde entonces la han enterrado ya, bien adentro: casi lo mismo que me ha pasado contigo.
Yo había olvidado la carta; pero hace un tiempo que se me aparece en el duermevela, atraviesa la ventana mecida por el viento: el agradable viento que refresca las noches cuando se dejan la puerta y la ventana del cuarto abiertas; despacio o suavemente mi carta va a parar bajo la cama. Yo, que la he ido viendo llegar, me estiro a recogerla, me cruje la espalda y en la pereza del sueño he de desplegar totalmente el brazo para alcanzarla, palpando el suelo la estrujo con los cinco dedos llenos de polvo y cuando descanso tumbándome de nuevo aparecen el sobre y su estampilla -sin matasellar y con su precio en pesetas-: eres tú quien me los acercas y me pides que no olvide echarla al buzón de boca de león que hay en paseo de la Independencia, el que siempre asusta algo a los niños de Zaragoza.


Y los días van pasando: espero que estéis bien.

1 comentario:

swampwalk dijo...

Qué arte tienes, Pamies, qué delicia leerte.
Un beso.