Es una obviedad: algunos episodios se viven con mayor o menor intensidad según se sea ciudadano de un territorio o de otro.
Y es una realidad: para los que fuimos ciudadanos de Aragón durante aquellos años el recuerdo ha pasado al imaginario popular, y con él el grito: "¡trasvase no!" se oyó en las calles.
Las calles, claro está, no sólo de Aragón: técnicamente el proyecto del trasvase del Ebro del gobierno Aznar mataba el delta de ese río tal cual lo conocemos hoy, y con su muerte la de sus aves y paisajes. En las hemerotecas figura cómo era recibido, al final de su paso por la Generalitat, el ex presidente Pujol cuando se acercaba a Ulldecona, Amposta o Tortosa. Pero todo quedó muy focalizado en Aragón: un aragonés no tiene más que pasearse por España y será en el bar o en un taxi, pero antes o después se hablará del agua como se hablará del fútbol o del Pilar. Uno se pregunta por qué no sucede lo mismo con cántabros, riojanos o navarros. Todo quedó muy focalizado en Aragón, y mucho más en su forma de hacer política.
Así, una parte importante de la política aragonesa de los últimos años versó (con enorme carga sentimental) sobre el agua. Dejando la Expo al margen, la política de Aragón giró más concretamente alrededor y sobre una imagen: una tubería tomando agua del río Ebro y llevándola al sur, adonde el calor, las playas y los plásticos de invernadero. Lo pudimos ver a través de distintas formas, entre las cuales no se olvidan estas: manifestaciones, nacimiento de una nueva cultura del agua, idas y venidas a Bruselas, fuerte movilización social rentabilizada por algunos partidos políticos, oposición a los campos de golf, y Labordeta mandando a la mierda a la derecha que previamente le había mandado a paseo: micrófono abierto.
Una vez los planes fueron frenados, es interesante detenerse en lo que se publicaba la semana pasada en las ediciones digitales de la prensa nacional (aquí: http://www.elpais.com/articulo/espana/Vegas/desierto/aragones/elpepuesp/20071121elpepinac_15/Tes, y aquí: http://www.elpais.com/articulo/espana/desierto/aragones/Monegros/acogera/complejo/32/hoteles/casinos/campos/golf/elpepuesp/20071120elpepunac_14/Tes); y también de la comarcal (aquí: http://www.heraldo.es/heraldo.html?noticia=213437, aquí: http://www.heraldo.es/heraldo.html?noticia=213720, y aquí: http://www.heraldo.es/heraldo.html?noticia=213878).
De este proyecto se deducen varias cosas, entre ellas las que va a requerir: va a necesitar, además de dinero, algo de agua. El dinero viene fresco desde el extranjero. Faltará el agua. Poco importa ya de donde vaya a venir este agua, o por donde fuese a pasar: ¡qué más da si ya se tiene claro lo que va a regar y qué gargantas refrescará!
El agua en Aragón (ojo: se escribió ''en''; no ''de'') habrá de redistribuirse, pues hay nuevas necesidades surgidas de la elección aragonesa: el modelo de desarrollo que se ha elegido para una comarca que técnicamente es un hábitat estepario. Un modelo intensivo en capital, mano de obra; y en agua.
Una comunidad autónoma en el país más descentralizado del mundo debería sentirse libre de elegir cómo quiere crecer, su modelo de desarrollo. Creo que es más inteligente esto que no pasarse una legislatura entera disertando sobre los derechos históricos y la nación: en España los sentimientos alimentarán el alma de algunos, pero poco y mal los músculos y cuerpo de la mayoría. Elegido el cómo y hacia donde crecer, también se deberían conocer las respuestas a las reacciones que esa opción genere allende sus fronteras. Aquí Aragón se ha quedado sin munición, sobre todo sin munición moral: fue desperdiciada en la lucha contra la tubería.
Los políticos de Aragón han cambiado muy poco desde aquellas balas: mismo presidente y vicepresidente, acaso alguna pérdida de espontaneidad con la próxima marcha de Labordeta.
Hoy, miles de artículos después y luego de haber visto las banderas a bandas amarillas y rojas tomar las calles, Aragón ya ha elegido cómo atraer los maletines con dinero.
Faltaría únicamente conocer, con un nivel óptimo de detalle, los porqués de aquellos días en que se tomaron las calles.
Y los días van pasando: espero que estéis bien.
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