"Existimos las personas pero también las colectividades, con voluntad y vida psíquica propia"
y acabó de esta manera:
"Quien subestime el poder de las ideologías y, sobre todo, de los sentimientos colectivos y crea mezquinamente que sólo existen razones económicas, no entiende a Cataluña, no entiende la historia y no entiende nada."
i) No es por subestimar: existen los sentimientos de distintos individuos que, en un momento dado, y por razones muy diversas, deciden formar una colectividad. Precisamente, los motivos económicos suelen ser una razón importante en la formación de las mismas.
ii) No es por subestimar: los sentimientos colectivos no existen, con lo cual se deduce que no entiendo (y al parecer en este orden) ni a Cataluña, ni la historia, ni nada.
iii) En cualquier caso, y buscando ayuda para empezar a entender, dejo lo que quedó entre el inicio y el final: www.almendron.com/tribuna/?p=18088
*
En un acertado día de hace no mucho la inbox volvió a hablar: un amigo. Agua va:
"Supongo que el no haber estado mucho tiempo alejado de mi casa me ha convertido en un receptor de noticias y sensaciones ajenas más que en un emisor de las mismas, convencido de que lo que a uno le pasa no es del todo trascendental."
Hogar e intrascendencia: es posible. Estando a este lado, bajar a comprar la prensa o pedir un café pueden ser un cúmulo de anécdotas a las que dar vueltas durante el resto de la jornada: todo es pura novedad. La pega es que no termino de sentirme en casa, pues no es mi periódico favorito: en las fechas en que estamos uno no acaba de encontrarse, pues se echa de menos el frío, entre otras muchas cosas.
Sobre esto he experimentado. Es sabido que el español es de un natural algo perezoso ante la posibilidad de dejar el país. Así, en los entretiempos me gusta preguntar a los connacionales con los que trabajo cada día, y que dejaron su país, qué es lo que más extrañan de España. Y se descubre que España tiene dos pilares, poderosísimos: el jamón y el diario Marca.
Pero este amigo, además, me abrió de par en par estas puertas, el que viviendo y trabajando en España este blog nunca hubiese tenido lugar, pues quizá, y como él dice, todo lo acontecido tuviese el tono del gris más intrascendente de todos.
Es muy posible, y la literatura nos dejó ejemplos sanos de que sólo con tierra de por medio se sentaron a escribir como debían. Sin irme muy lejos (ya que estoy escribiendo en casa) Vargas Llosa, quien por fin se encuentra en Lima para pasar la Navidad. Si este famoso escritor nunca hubiese residido en Madrid, Barcelona, París o Londres ¡de qué! Se asoma a Perú, comprueba que todo sigue casi igual, y marcha a seguir sentado y escribiendo. O, llegando hasta el Ampurdán, Josep Pla, cuando escribía: "irse lejos, ¡qué delicia sería!"
Pero la inbox no se detuvo allí:
"De ahí, que leyendo a alguien que tanto tú como yo frecuentamos, Arcadi (Espada), uno puede encontrarse con esto; "Escribir feliz supone un problema. Ya lo dijo Hemingway: cuando uno es feliz debe dedicarse a serlo. Pero hablaba de la vida íntima. Si las razones de la felicidad pueden presentarse en público, la escritura es una forma de celebración".
Confío en que lo que te avive ese ánimo escritor sea esto último, y que aunque uno no escriba sobre las razones de la felicidad, sea esta la que te acompañe en esta aventura peruana y escritora."
Como ya se dijo: en estas fechas se echa de menos, entre otras muchas cosas, los amigos y la familia.
Y los días van pasando: espero que estéis bien.
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